Corcho. Salvador Dalí
Al salir del cine Alejandra anda ingrávida y feliz. Baila al son de la música con Jamal y su novia, fundida en una multitud alegre. No ve la calle tristemente alumbrada donde escasos transeúntes andan apresurados y grises, sombras encogidas y compactas, estampadas contra paredes de cemento. Vuela, ligera como una viruta de corcho, alzada por una brisa primaveral en un bosque de alcornoques. Una mirada enamorada la envuelve tiernamente entre gasas irisadas donde rayos de sol se deslizan en espiral, para esconderse, dulcemente, en la suavidad de los pliegues. Seductora, enamorada y amada, esboza una ronda, caleidoscopio multicolor delicadamente cincelado por unas manos adoradas. Avanza, la cabeza en las nubes, rozando estrellas con las plantas curvadas de los pies en un mundo alumbrado por la luz lechosa de Venus.
Unas zapatillas resbalan, un cuerpo aterriza de bruces contra la acera. Las losetas martillean su cuerpo. Alejandra levanta la cabeza caída a dos palmos de unos excrementos de perro. Se incorpora. La silueta maciza y cruel de su novio, reverberada en la pared, se pega de nuevo a su cuerpo, con retorno de boomerang, recordándole de golpe la pesadumbre de su vida.
muy bello. me gusto bastante.
Muchas gracias por tu amable comentario. Saludos Anne
mita’i es niño en guaraní. saludos desde Paraguay..
Mitai, saludos tardíos desde Madrid. Soy una niña muy despistada y pensaba haberte contestado. Anne.