Espero el bus, protegida del frescor de la noche, en un cubilete de metacrilato. La lluvia cae dulce y sosa blanqueando huesos de marfil. El crujido de una silla de plástico interrumpe por un momento la monotonía de la espera. Un hombre se ha sentado en el asiento de enfrente. Fuma. El refugio se contrae. Las brasas rojizas alumbran ojos aterciopelados. El aire oscuro se ensancha, cálido. El mundo es humo. Si alargase el brazo, quizá podría definir, con yemas palpitantes, el contorno impreciso de su rostro. Cruje el asiento mientras aplasta la colilla con la punta del zapato. Se aleja en la luz azulada de la avenida. Me plastifico en silencio. Insípida,inodora y blanca.
Muy bonito. Está lleno de poesía. Pero ten cuidado, a veces el humo de los cigarrillos deforma la realidad.
no fumo y el humo no me afecta
Muy buen texto! me ha gustado como lo relataste…
Gracias Carla. Una silla