La ventana se divide en dos hojas de cristal cargado de nubes./
Seis cuarterones, tres en cada hoja, parcelan el cielo./
La durmiente recién pintada, reposa sobre el alfeizar,/
verde de musgo, amarillo de liquen./
Mi abuela los días de tormenta, se santiguaba. Al rezar,/
murmuraba: Amén./
Amén, aparte de rimar con liquen,/
era mi abuela comprimida en una palabra,/
saquito de huesos sepultado a tres metros bajo tierra./
En la tierra, al lado de la ventana, crece su rosal,/
flores enredadas en el cerco, inodoras, detrás del cristal./
Dear Anne… Qué hermoso lugar el de tu remembranza, en donde la imagen y las palabras se conjugan.
En california construí casas así, con la particularidad de que las piedras eran falsas y la madera de la puerta era recién envejecida con ácidos. Tus palabras movieron mis recuerdos también.
Saludos
Dear Michaelangelo, granito verdadero o falso, puertas viejas o envejecidas, que importancia tiene? Ninguna. Tu y yo tenemos recuerdos construidos con diferentes materiales en continentes distinctos y sin embargo remembranzas muy parecidas.
Reconforta pensar que al rascar un poco muchos seres humanos tenemos un esencia parecida.
Un saludo desde mi aldea normanda.