Jan Fabre. Escarabajos
Como todos los martes, a las doce en punto, María introduce la llave en la cerradura de la puerta de su estudio. Al entrar en la habitación bañada por la luz que cae a raudales por el techo de cristal, su corazón se expande desafiando los límites de la caja torácica.
Deja caer el bolso al suelo. Tras unas breves sacudidas, los zapatos de tacón siguen el mismo camino. Conforme va avanzando en la buhardilla, tibia de sol, María se va despojando de capas de ropa hasta quedarse desnuda. Libre de trabas se acerca al sarcófago, translúcido y siempre alumbrado, situado en medio de la habitación. Levanta la tapa de cristal y con una pinza larga extrae un escarabajo, escogido al azar, entre la masa azul verdosa que pulula, se enreda, copula, naufraga y renace, babosa, rodeada de rigidez mineral. Lo deposita en un bote de vidrio, colgado del caballete a la altura de los ojos, y cierra la tapa de aumento. La cara pegada al envase observa las alas delanteras, duras como escudos. De la repisa, coge un pincel con delicadeza, lo sujeta entre el pulgar y el índice apoyándolo sobre el dedo corazón. Lo carga de oleo azul turquesa y pinta una armadura sobre el lienzo en blanco. Se fija en las antenas en perpetuo movimiento, en las mandíbulas desmesuradas, abriéndose, cerrándose, abriéndose, cerrándose, con mecanismo de coronas dentadas. Dibuja una máscara de samurái devorada por una boca, redonda y negra, carente de ojos y erizada de pinchos. María trabaja con precisión de orfebre. La tarde se va extinguiendo tiñendo la habitación de azul tinta. Con gesto litúrgico enciende enormes cirios, comprados en una tienda de objetos sacros. Observa su trabajo invadido por las sombras. Levanta la vista y contempla las paredes donde cuelgan decenas de cuadros de escarabajos azul turquesa relamidos por la luz fluctuante de las velas y la del sarcófago, movediza y rampante.
María desenrosca la tapa del bote de cristal. El escarabajo asfixiado, yace boca arriba. Las patas se agitan frenéticas, braceando baba. Con mano de estatua le da la vuelta al caparazón y lo coge por las puntas de las alas erectas. Abre el sarcófago, se agacha y lo suelta. Promulgada sacerdotisa de los escarabajos, hunde los brazos en la masa movediza y siente con delectación un cosquilleo alado subir por sus brazos irisados y deslizarse por la crisálida de su cuerpo.
Si no tienes una columna o contraportada en cualquier periódico o similar es porque no quieres.
No es un halago, sino una realidad.
Reporter Tribulete
Me rompes los esquemas, Reporter Tribulete, no, no y no! Capitán Trueno por lo menos!
Imaginación portentosa. Como disfruto de tus relatos. Sigue asi. Mahalo
Mahalo…..supongo.
Wow. He quedado suspendida todavía imaginando las pinturas. Intrigante sujeto de estudio el escarabajo. Simbólico en su grado justo. Wow de nuevo.
El escarabajo ya lo utilizaban los egipcios como símbolo de renacimiento, como veras no soy nada original!
No sabía que te gustara. Llevo mucho tiempo leyendo a Javier Marías, el dominical del País, los primeros libros, los libros de cuentos, aquel que escribió ambientado en la mafía con onda muy norteamericana. Sin embargo es una relación amor odio, no soporto su obsesión con Madrid, su soberbia heredada, sus historias familiares de tías, tíos y eruditos de la literatura, su fanatismo con el Madrid CF. etc. Pero no dejo de leerlo cuando cae en mis manos, no lo entiendo. Aunque de últimas he conseguido despegarlo un poco de mi vida y no me arrepiento para nada.
Supongo que compartes el malestar por las obras de la capital. y la verdad, escribe muy bien.
PD Es un rarito, eso no puedes negarlo. ¿No? ¿Igual metí el dedo en la llaga? Es un defecto, digo lo que pienso en cuanto cojo confianza. Si así ha sido, millón de disculpas y enorme perdón.
Desvergonzado crítico cítrico, mi ego y yo.
¿Vas mejor con el hombro? Nos tienes preocupados.
Edu
Edu, me gusta Javier Marías como escritor y columnista. Como tú, conozco al personaje público, no a la persona, por lo tanto me limito a juzgar su obra literaria. Lo demás no me interesa.
En cuanto a mi hombro, (así me llamaban en el hospital: aquí entra un hombro, un hombro baja al quirófano y por fin, queda libre la habitación del hombro, menos mal!, esta esperando un pie!) esta lleno de grapas, aburrido, pero dentro de lo que cabe, bien gracias! He tardado ni se sabe para escribir el texto de hoy con la mano izquierda! Un abrazo de una mujer francamente patosa.
Espléndido relato, casi puedo sentir el ruido que hacen las alas de los escarabajos mientras observo los cuadros colgados.
Saludos
Me alegro mucho que te haya gustado el relato y te agradezco los comentarios. Creo que la escritura es una ¿pasión? muy solitaria donde se agradece la compañía, en ese caso vía comentarios, de gente compartiendo la misma afición.
Un saludo, si me lo permites, afectuoso.
…Aquí repetimos también, para que quede constancia de que este relato me encantó.
Mi reflexión era sobre que tipo de monstruo es la sacerdotisa de los escarabajos, y sobre todo, que aparecerá de la crisálida.
Que te parece una mujer completamente renovada?
Hola;
Permíteme presentarme soy Juan administrador de un directorio de blogs, visité tu blog y está genial, me encantaría contar con tu blog en mi sitio Web y así mis visitas puedan visitarlo también.
Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
Éxitos con tu blog.
Un cordial saludo
Juan
Gracias por el comentario. En cuanto a lo otro me tendrías que mandar tu URL.
Saludos.