Youssef Nabil
A lo largo de los años nunca le había abandonado la sombra de las palabras que matan. Cuando las pronunció, conocía el valor punitivo de la palabra por haberlo padecido y haberlo infligido. No su alcance mortífero. O eso se repetía sin cesar.
Al principio pensaba poder borrar el sentimiento de culpa que le atenazaba, limpiando cristales de sol a sol, porque tal era su oficio. Aquél día, el de las palabras que matan, rellenó una solicitud para lavar las fachadas de un rascacielos de cristal. Fue admitido. Deseaba estar solo. Dejar de escuchar, dejar de hablar. Solamente oír.
Oír retumbar en los tímpanos muertos, el silencio ingrávido del vacío, el ruido metálico de las poleas sujetando la góndola colgada en lo más alto, el vaivén del cepillo arriba, abajo, arriba, abajo.
Oír el chapoteo de la gamuza en el cubo de agua y el de sus manos hundidas en este remolino sucio.
Oír su rabia enrollada en los pliegues de la bayeta y escurrirla hasta acallar los gritos.
Oír el roce de sus ojos flotando sobre la superficie líquida, densa de grumos grises.
Oír aquello y dejar de sentir:
la mandíbula congelada de tanto esperar,
el balanceo monótono de su vida suspendida en una plataforma de metal,
la verticalidad inmutable de sus sueños,
y el asfalto, al bajar, siempre tan plano.
A veces, la luz del atardecer hinchaba los cristales de un verde movedizo, sin contornos, impregnándolos de nostalgia, de belleza y de muerte.
Impecable descripción de un momento de profunda soledad y autocomplacencia. Cómo engarzas el oficio al estado de la mente. Cómo llenas de razón un segundo frágil. Je suis ravi 🙂
PS: Tomo tu sugerencia y hago la segunda parte de tu cuento (aquel que no te ha satisfecho del todo) El título será sólo la referencia para que te identifiques. (en un arranque de inspiración le llamaré Para Anne) Espero hacerte justicia. Saludos
chrieseli, al igual que a ti, me gusta que los objetos o la acción traduzcan el estado de ánimo de los personajes. Gracias de nuevo por tener la gentileza de leerme.
Acabo de ver el PS. Eres un encanto, me hace ilusión tu propuesta. Seguro que sabes remontar el vuelo!
Un abrazo.
Está listo y arriba. «El espejo» Espero te guste. Tomé tu primer párrafo para darle la continuidad de rigor. Un abrazo
Me ha gustado mucho Anne. La rabia y la desesperación hundidas en un cubo mientras ahogas con tus manos la bayeta. Quizas lo que hunde son los sueños y ahoga la nostalgia.
Saludos
Micromios, tienes razón, y ciertas palabras una fuerza tan destructiva como la metralla, no crees?
Un saludo cariñoso.
Tienes una imaginación sis barreras capaz de entrar en la mente más alejada a ti del planeta. Enhorabuena
Muchas gracias Concha por tu cumplido pero mi imaginación tiene muchas barreras aunque pongo empeño en destruirlas.