Michael Kenna
Estaba corriendo. Sombras la fueron adelantando una tras otra. Se despertó vencida en la línea de meta. A Xia no le gustaba perder aunque fuese en sueños. Las agujas reflectantes del reloj de mesilla marcaban las seis y media de la mañana. Le daba tiempo de ir a correr antes del desayuno, pensó en un duerme vela. Un poco más tarde bajaba las escaleras, vestida con ropa deportiva. Las paredes del hall estaban cubiertas de fotos suyas colgadas en orden cronológico. La primera correspondía a su tercer cumpleaños. Sus padres adoptivos sujetaban a cuatro manos a la hija recién llegada de China. En la última tenía diecisiete. La edad la había convertido en una adolescente fibrosa de mirada desafiante; los brazos de sus padres, tan blancos, se enredaban en la negrura de su melena; sus ojos redondos y claros buscaban la abertura oblicua de los suyos.
Al salir de casa, el día despuntaba. Flecos de noche se agazapaban en los aleros de las casas, en los recovecos de la carretera. Al dejar atrás el pueblo ya trotaba a buen ritmo. Una luz algodonosa había rellenado las sombras. Empezó a adentrarse en el valle. Los altos de las laderas se difuminaban en la niebla. Transportada en sueños, oía sus pisadas, visualizaba su aliento. La meta estaba cerca. Una línea negra a unas cuantas zancadas. La franqueó, brazos en alto, sin mirar atrás. Soltó un grito al notar como un cable duro se clavaba en la tripa y unos pinchos desgarraban la tela del chándal. El cable de separación debía de estar distendido porque, bajo el impulso de la carrera, cayó con ella. Por primera vez en su vida se encontraba en el bosque, propiedad atrincherada de unos extranjeros. Tras pantallas de bruma translúcida se divisaban siluetas de pinos y abedules. Después de liberarse de la alambrada, se tumbó boca arriba, y empezó a inspirar y expirar hondo para recobrar el aliento. Un olor a humus invadió sus pulmones para ceder paso a esencias más ligeras. Una mezcla dulce y salvaje de prímulas y narcisos, de musgo, de savia, de corteza y de clorofila.
Xia andaba muy despacio, como nunca recordaba haberlo hecho, ella tan inquieta. Se dejaba guiar por el ruido familiar de un riachuelo que jamás había oído. Su cuerpo deshilachaba paneles de niebla. En un estanque flotaban flores de loto. Atraída por su belleza se agachó para coger una. Al hacerlo, surgió, rodeado de pétalos, el rostro de una mujer muerta idéntico al suyo. Al acariciarlo, las mejillas se colorearon, los ojos se abrieron plisados por una sonrisa. La boca se entreabrió. Xia empezó a tararear una canción de cuna en un idioma desconocido.
Sonó el despertador, el rostro desapareció en un remolino de agua turbia. Xia acurrucada en posición fetal, se acunaba bajo la sábana blanca al son de una melodía originaria del monte Lu Shang, perteneciente a la provincia de Jiangxi.
Muy bella esa recurrencia del sueño metido en el sueño que, a su vez, surge del sueño, como en una matrioska onírica. La meta, en el sueño de Xia, es a la vez un límite espinoso, lo cual permite diversas lecturas: alguien ha puesto puertas al campo, en medio del camino, y ese alguien son “unos extranjeros”. En el trasfondo, su lejana tierra de la que guarda lejanos recuerdos infantiles. Mucha ternura y no poca nostalgia en esa muchacha, acurrucada en posición fetal cuando suena el despertador.
¿Está, tal vez, detrás de esa historia, la nostalgia de una niña francesa que, ya no tan niña, vive fuera de su país?
Una imagen preciosa: “Flecos de noche se agazapaban en los aleros de las casas”, y una fotografía excelente y muy adecuada. En conjunto, una joyita que merece ser leída más de una vez.
Gracias por este regalo, Anne.
Albert, te agradezco el comentario que, como es habitual,(¡me estás mal acostumbrando!) está en consonancia con lo que deseaba expresar en mi pequeño relato !Y por supuesto los cumplidos que me animan a seguir perseverando en la escritura! Me alegra que te guste la foto, te sugiero que busques Mikael Kenna en Google, por si no lo conoces, tiene fotografías maravillosas. De hecho, asocié su foto a unos escritos de Deleuze sobre los sueños, y de allí nació la idea del relato.
¡Solo fallas en una cosa! La, ya no tan niña francesa, not at all!, no añora en absoluto su país. De hecho ahora tiene dos países a los cuales pertenece tanto de corazón como intelectualmente, una gran fortuna.
Dear Anne… Hermosa narración de un sueño que invita a soñar, de un hermoso lugar cortado por una egoísta señal que escinde lo que es de todos, queriendo transformar el dulce sueño de la libertad en pesadilla privada. ¿Que nos queda, sino despertar?
Muy bien contado y en ello lo descrito, lo que denota tu habilidad imaginativa.
Saludos
Dear Michaelangelo, “La vida es sueño y los sueños sueños son”. Me gusta este verso tan conocido de Calderón, de hecho me lo aplico. Te agradezco tu comentario, en cuanto a la habilidad imaginativa, creo que la poseo pero me cuesta mucho tiempo hilvanarla.
Un saludo,
Me parece uno de los textos más bellos que has escrito. Las palabras que rodean el aliento de esta joven de otras tierras estan cargadas de esencias de boisque y belleza. Y la fotografía que has escogido perfecta. Enhorabuena.
Concha, agradezco mucho tus palabras. Como eres una experta en arte, me entenderás cuando digo que la fotografía es la gran protagonista.
Que hermoso relato Anne, me ha gustado el giro que ha tomado la historia. El sueño alentado por la melodía de una canción de cuna sale a buscarla desde algún lugar de la memoria conservado para salir cuando el tiempo fuera propicio para los sueños.
Salut
micromios, te agradezco el adjetivo. Me gusta escribir sobre la memoria, los recuerdos, porque conforme voy cumpliendo años me doy cuenta hasta que punto, algunos de ellos, estan imbricados en nuestra naturaleza más primaria.
Un saludo,
He conocido niños adoptados que no albergan, de buenas a primeras ningún recuerdo de su vida “anterior”, sin embargo con este sensible relato, me tientas a plantear la posibilidad que dentro del subconsciente hayan no trazos, sino retratos sólidos de vidas pasadas, de canciones, de sensaciones, de recuerdos palpables que quedan suspendidos en las venas.
La fotografía es como tú me lo dijiste un día, evanescente 🙂
Un saludo
chrieseli, al leer tu comentario quizás hubiera debido de elevar la edad de la niña adoptada, tres años son pocos para tener una memoria consciente; he leido que se tienen este tipo de recuerdos a partir de los cuatro años. Sin embargo muchos pediatras de hoy sostienen que los bebes poseen una memoria inconsciente: recuerdan la voz de su madre, sus recuerdos olfáticos son muy desarollados…total, he usado esta teoria para elaborar el relato, porque me ¡convenía!
Gracias por pasar. Espero impaciente tu proximo relato.
Creo que después de estos meses batallando ¿? contigo misma has alcanzado un nuevo cinturón. La prosa te delata, más consciente, más consecuente, más sugerente.
Llevas razón con lo de la edad de la niña, es un error que yo mismo he cometido en muchas ocasiones con diferentes personajes, no necesariamente infantiles, olvidando por completo que hablaba por su boca lo que llegaba de sus reflexiones mentales, pero quien puede criticarte nada ante tan bello texto.
Un abrazote de amigote con bigote
PD La foto es tope de envolvente, casi oigo mis pisadas al romper la hojarasca.
Gracias Eduard por pasarte y valorar mi esfuerzo en mejorar mi escritura, esfuerzo que veo reflejado en tus escritos y en los de los compañer@s de blog a quienes les gusta escribir y están empeñados en intentar dar lo mejor de si mism@s.
Un abrazote de una amigueta recién depilada.
La fotografía nos introduce en la atmósfera brumosa del relato, entonces nos presentas poco a poco a la protagonista, que se nos revela como salida de la bruma que lleva en su memoria. Nos ubicas en medio de ese bosque que traerá, en su sueño, los recuerdos borrosas de la infancia. Diría que casi es un relato cinematográfico, lo visualizo muy bien y me quedo con el plano final de top shot de la joven en posición fetal. Un relato redondo.
Raymundo, gracias por lo del relato cinematográfico, si lo visualizas bien, señal que no he fallado mucho en las descripciones. Me anima. Deseaba que fuese un relato brumoso para reflejar el ambiente de la foto, gracias igualmente por haberlo captado.
Me gustó mucho el relato, vale la pena leerlo varias veces. El papel que tienen los pequeños detalles en la historia es muy interesante.
Juan Pedro, gracias por pasarte por mi blog, leerme y fijarte en los pequeños detalles.
No se si la niña bajo el loto representa el pasado, ella misma en la vida que pudo ser y no fue, por tanto aparece muerta, una hermana o simplemente una ilusión, un recuerdo.
Muy evocador. Me ha gustado mucho.
Fanou, una ilusión, un recuerdo, algo difuso en todo caso, una sensación que todos conocemos.
anne: qué hermosas imágenes! qué bien descrito el ambiente, el sueño y el bosque! y rescato esta frase como de una belleza que me estremeció, y me detuve para volver a leerla: Su cuerpo deshilachaba paneles de niebla.
me encantó.
salut!
Gracias G por rescatar esta frase, la escribí para intentar dar al relato un ambiente de ensonación.
Un saludo,
Los sueños a veces son mucho más reales de lo que parecen. Las sendas de Morfeo son muy traicioneras.
Un placer leerla.
Charlotte, me llena de ilusión que haya disfrutado leyendo un escrito mio. Creo que queda mucho por descubrir en la arqueologia de los sueños.
Un saludo,
Tremendo el agujero en el que nos metes al leer tu texto.Es ese laberinto mitad sueño mitad realidad del que creemos salir todos los días al despertarnos.
Perturbador.
jusamawi, como dicen que los sueños son una representación de nuestro subconsciente, cuando tocan una parte dolorosa o no resuelta de nuestro pasado, perturban.