Cartier Bresson.
Llevaba horas intentando conciliar el sueño. El aire acondicionado, regalo de bodas de su hermano, se había estropeado. Si hubiese estado su marido lo habría arreglado. Era muy habilidoso, un verdadero manitas. Pero no estaba, le había dejado un mensaje en el móvil comunicándole que se había averiado el coche y que no llegaría antes del amanecer.
Harta de enredarse entre sabanas arrugadas, decidió bajar al jardín. Se tumbó sobre el césped, notaba las grietas de la tierra bajo las briznas de hierba. Oyó el clic del riego por aspersión, recibió con gratitud el agua que la pulverizaba, pegando el camisón de seda contra su piel, mojando su pelo y salpicando su rostro, alzado hacia la luna; comulgaba estrechamente con ella, con su redondez, con su blancura fría.
Contra el cielo azul marino se recortaba la antigua casa de guardeses, ahora ocupada por su sobrina Adela, la hija de su hermano, el del aire acondicionado. Su hermano le había pedido albergarla durante unos meses mientras cursaba un máster en antropología donde destacaba por sus aptitudes.
Cuando se disponía a volver a su dormitorio, recordó que Adela se había quedado a estudiar en casa de una amiga y también recordó que la casa de guardeses, donde había vivido de recién casada, era muy fresca. La protegía del sol una vegetación exuberante.
Encaminó sus pasos hacia la casita. Al entrar en el dormitorio abrió la ventana de par en par, el olor del jazmín que trepaba por la fachada, inundó la habitación. La luz de la luna se colaba entre las ramas de los árboles, confiriendo al cuarto una atmósfera irreal; una mujer salió de lo más profundo del espejo, se tumbó desnuda sobre la colcha y se quedó dormida en el acto.
Unas manos expertas rozaban su cuerpo, tan veloces que se multiplicaban, se volvían tornado, doblegándola en su centro. Una boca besaba la suya, sus senos, se deslizaba por su vientre… Gemía y exigía que este cuerpo se amoldase al suyo sin fallas, lo adoraba, se aferraba a él con las uñas, y con él, era núcleo, nudo, la humedad de la tierra, el olor a jazmín, la brisa que acariciaba su pelo húmedo contra la almohada y el sueño que la arrastraba como los meandros de un rio hacía un lecho muy blando.
La voz de su marido la despertó sobresaltada“¿Qué demonios haces aquí? ¿Llevas mucho tiempo? ¡Y Adela!.. ¿Donde está Adela?”
-Adela ha pasado toda la noche fuera, se quedó a estudiar con una amiga y… hacía tanto calor en nuestro dormitorio… se ha vuelto a estropear el aire… entonces me acordé de esta casita. He dormido aquí toda la noche, se está tan a gusto, tan a gusto… acuérdate cariño cuando…
– ¡Me has pegado un susto de muerte! ¿Me oyes? ¡De muerte! ¡Y además no me acuerdo de nada! ¡Absolutamente de nada!
Estas últimas palabras no las oyó amortiguadas por el portazo que acababa de pegar su marido. Y además no le importaban lo más mínimo: ¡Estaba tan cansada y tan feliz! Se quedó apelotonada contra la almohada regodeándose en el sueño que había tenido durante la noche, sueño tan apasionado que se quedó de nuevo dormida runruneando contra la almohada.
Mientras tanto su marido se encontraba con Adela que acababa de franquear el portalón del jardín. Nada más verlo se colgó del cuello de su tío y le susurró al oído:
– No te pude avisar, te he echado de menos, sabes…tengo unas ganas locas de que llegue la noche y que saltes por la ventana como un ladrón a robarme una y otra vez.
El tío, pasado el shock, deslumbrado por la noche de pasión que acababa de vivir en la casita de guardeses, solo estaba pensando en cómo arreglar el aire acondicionada para complacer a la mujer del espejo y poder pasar la noche con ella.
PS. Este relato está más que inspirado en un cuento llamado » Cornudo» escrito por mi amigo y compañero de blog Rubén García. Le mando un abrazo por su gentileza. Su blog se llama «Blog del Senddero» y el enlace a su cuento es el siguiente:
http://senddero.wordpress.com/2011/03/15/cornudo/
Anne, buenísimo con mucho ritmo para leerlo y disfrutarlo…, sensual, erótico, buena trama…
Felicitaciones¡ Me gusto¡
Abrazos
C.
Carlos, el mérito del cuento, lo tiene rub que por algo lo ideo! Con su permiso lo he afrancesado! Resulta muy divertido hacer este tipo de cosas. Esta es una de las grandezas de Internet, poder interactuar. De todos modos, me alegra que te haya gustado mi versión.
Un abrazo,
¡Anda la osa! Por querer meterse donde no le llamaban, acabó donde sí lo llamaban.
Anda la osa! No conocía la expresión, zambu y me encanta! He intentado escribir un texto pícaro como el de rub, con un fin gracioso…para mi por lo menos!
Un abrazo,
Una versión francesa al estilo inconfundible de Ann. Un verdadero honor te abrazo querida amiga Rub-senddero.
Querido rub, el honor es mío, un honor que ha sido un placer, me he divertido mucho afrancesando un cuento escrito con pulso mejicano.
Un abrazo agradecido,
Allha la infidelidad de la casita bendiga!
Ambos escritos he leído, el de Rubén con anterioridad, y ambos, igualmente me han gustado.
Abrazo.
Ericka, rub escribió un buen enredo familiar, un verdadero vaudeville! Gracias y un abrazo!
…es lo que tiene el calor y las casitas de los guardeses…ha sido un placer…
rafael, el placer es mio!
El estruendo de la puerta desencajó la tranquilidad en el rostro de su esposa, al tiempo que ahogaba la voz de Adela al otro lado de la puerta, encaminando sus pasos sobre el caminito de cantos que lindaban el recorrido de la casa a la casita del guarda.
-Cariño, ese trueno en golpe de la puerta despertará a mi tía, tu mujer.
Antes de que Adela volviera a abrir la boca, colgada del cuello de su tío, él, taponó su boca con un largo beso dejando que su lengua navegará por el cielo de esa boquita en góndola veneciana.
Adela, elástica, elegante como caña de bambú, asida al cuello de su tío, o se percató, ocupada como estaba entre susurros y caricias, que en unos minutos sin reloj, se encontró en el interior del Mercedes dirección Ctra. de la Coruña. Por el trayecto, entre cambio de marcha y aceleraciones, como su propia voz, relató a Adela la visión de su mujer desnuda sobre la cama de la casita, adormecida. La misma cama donde la noche anterior, tío y sobrina retozaban su amor clandestino hasta el amanecer.
El falso espejo de la casita, no reflejaba la desnudez de la mujer sobre la cama esperando su amor. Sin abrir los ojos, sintió la caricia de unos labios en su piel, el inconfundible sabor de sus besos y el olor a jazmin que desprendía su cuerpo. La desazón del no dormir se encontraba a su lado, para ser acordes con la realidad, tendido bajo ella, besándole en pausas lentas sus pechos, provocando el despertar de sus pezones como faros en la noche.
Ella, la esposa, esperaba de un momento a otro que él, su marido, la llamara comunicándole que había tenido un percance mecánico con el coche y que llegaría tarde. Que volvería a llamarla en cuanto la asistencia le resolviera el problema.
Su amante, enlazaba sus piernas entre las piernas de ella, deslizando sus manos por el tobogán calido de su espalda. Entre gemidos y gozos, cubrió su herida húmeda, ahogando en la cavidad de su falla, dilatada, aguada, el apéndice en asta de su órgano.
Exhaustos, sentados desnudos sobre la cama, apoyadas sus espaldas en la pared, frente a la puerta entreabierta de la casita, esperaron el nacimiento del día, su nuevo amanecer.
El teléfono sonó y repicó el sonido dos, tres, cinco y más veces. Conocía el número y conocía las palabras en voz, no valía la pena contestar a la llamada. Cuando él, su marido, llegara a casa, ella, su mujer, estaría durmiendo su noche en el amanecer en esa habitación de la casita de falso espejo.
-Mañana, hoy, amor, me acercaré a tu casa para arreglarte el aire acondicionado.
Germán, otra versión, otra vuelta de tuerca. Muy divertido lo que puede dar de si el cuento de rub! El tuyo el mas atrevido de todos, pícaro!
Anne.
Después de leer los dos cuentos, y ver la foto que pusiste, para lograr otra versión afrancesada del de Rub, te digo que doy gracias que mis sobrinas tienen unos maridos muy , …como te podría decir sumamente jóvenes y atractivos. Y lo mejor o lo peor como lo quieras entender , mi marido no está para arreglar el aire acondicionado. Aunque es muy manitas.
La foto y el relato, en cualquier país es de la clase para mayores de 18 años. Aunque ahora los dieciocho no son nada.
Stella me ha hecho mucha gracia tu comentario! La próxima vez que edite un texto así pondré rombos…para menores de doce años! Porque a los jovencitos de dieciseis años, mi texto les tiene que parecer de lo más infantil, nos dan mil vueltas!
no hay como ser un manitas (en todos los sentidos) y saber montárselo bien, muy bien!
Muy bien o muy mal…al ser el final abierto. Por mi parte no descarto el asesinato.
«Complacer a la mujer del espejo…» Intrigante.
¡Cómo os lo pasáis! Ha sido divertido leer esas versiones tan iguales y tan distintas.
¿No descartas el asesinato? Andaré con cuidado.
Saludos.
Alan, me gusta mucho el juego de espejos y sus interpretaciones psicoanalíticas. Es muy divertido reescribir la historia de otro y ver por que caminos nos lleva la imaginación. Y no descarto el asesinato porque como la mujer tan apasionada del relato descubra que su marido la engaña con su sobrina, las consecuencias pueden ser imprevisibles!
Un abrazo,
Es mi primera vez en tu blog. Lo conocí a través de un comentario que le hiciste a Cruz del Sur. Tu relato es como suele decirse redondo, además de tórrido y sorprendente.
Salu4
Periclés, te agradezco la visita y el comentario…con todos los adjetivos.
Un saludo,