Marc Chagall.
Eco de tu voz
era el galope de los dinosaurios
que oía grabado a sangre
en la oscuridad de la cueva
y también el vaivén de los océanos sobre
las cimas de mis continentes inventados
y el bombeo del corazón de mi madre
tras la opalescencia de la placenta,
menos luminosa que las lunas de Chagall,
cuando flotaba entre sus reflejos
enraizada en tus manos
que ahora me enlazan a tu voz
que me desgarra y me alumbra
en la calidez de tu boca
alba de todas las sombras.
Me encanta lo de “alba de todas las sombras”. Esos océanos que se mecen sobre cimas hablan de grandes pasiones. Besos, Anne; tres, para ser exactos.
zambu… se hace lo que se puede! Pasión por la vida.
Un abrazo
Esa atadura de milenios que se da entre dos seres y que trota por siempre y para siempre. Bellas imagenes como ese trotar de dinosaurios o esas mesetas inventadas. su melodía interior baila en mis oidos… beso Rub
Querido amigo, creo que el amor es una melodía ancestral transmutada en los genes.
Un abrazo
La voz, el tono, el timbre, las palabras… tienen un lugar en el cerebro donde se guardan, un lugar como esa cueva donde se graban y, algunas de ellas, no se olvidan. Los pliegues de el origami se doblan en el cerebro y se atesoran en el corazón. Azul, como es la luz de esa luna, una luz distinta, para ver los que a veces ya no se ve. Como siempre tocada con tu luz, Anne.
Ana, el cerebro me fascina, es tan misterioso, tenemos tanta información almacenada… y estas sensaciones de “déjà vu” de donde vienen? Como siempre tocada por tu lectura tan atenta y tus comentarios tan generosos.
Un abrazo, amiga.
A mi también me encanta sobre el final… “alba de todas las sombras” le a grandeza y más…, a ese sentimiento escrito con tu puño y letra…
Abrazo
Carlos
Carlos, muchas gracias! Me aplico como en el colé!
Un abrazo
…el vaivén de los océanos sobre/ las cimas de mis continentes inventados…
bellisima metáfora. Gracias Anne por la fuerza de tus palabras. un saludo
De nuevo, gracias! Concha, creo que de pequeños todos nos hemos inventado continentes, al contemplar las nubes, los charcos en la calle, las humedades en el techo, etc… Espero que les quede tiempo a los niños de ahora para seguir creando nuevos territorios.
Un abrazo, querida Concha.