Aubépine. Fotografia Anne Fatosme.
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Sous un ciel d´aubépine
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qui pleure ses pétales
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je trouve mon refuge
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mon plaisir et ma peine
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douceur blanche et rose
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griffée par les épines
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d´une vie qui n´est plus
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mais qui pourtant rechigne.
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Espino blanco. Fotografía Anne Fatosme.
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Bajo el llanto del espino blanco
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está mi refugio mi alegría mi pena
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nube blanca y rosa
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arañada de espinas
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vida que se fue
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y sin embargo rechina.
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Blanca y evanescente flor de opio cultivada en el triángulo de oro
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blanco el humo del olvido sobre unos labios que tiemblan ansiosos de saliva
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blanco el tocado vegetal, esbelto el porte, lejana la mirada
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blanco el Thanaka, poción medicinal, protector solar, extraído de la corteza del árbol del mismo nombre
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y blancas sus hojas que florecen sobre los rostros afables de mujeres y niñas
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blanco acre la polución de la ciudad, olor persistente de los crisantemos
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blanco aturdido, confinado, él de los talleres donde se trabaja sin descanso
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blanco ingenio él de este grifo
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blanco dulzura
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blanco envolvente la hospitalidad de este grupo de mujeres
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…y blanco reluciente el sombrero de la amistad.
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De oro son los Budas que los fieles recubren con sus ofrendas. Finísimas láminas de pan de oro, súplicas apiladas a lo largo de los siglos, metástasis de miseria,
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de oro las vasijas,
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doradas las flores,
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doradas las columnas que relumbran en la oscuridad de los templos
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y cuarteado el dolor padecido en silencio
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en el oro de un atardecer teñido de esperanza. Eternamente recomenzado.
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Innisfree.
Bajo siglos de tierra y gusanos,
vi la luz en Innisfree.
Herida de musgo,
ardiente y roja,
entre brumas y grisallas,
sin conocer el azote del viento
ni el secreto de los duendes,
fui corazón de la rosa,
intuición del horizonte,
crepúsculo y espinas,
harapos de seda.
Bajo la untuosidad del lodo
percibo de nuevo
el rasguño del mundo
clamor y furia de los otros,
desesperación de mi alma,
múltiple y esquiva.
Es la hora del té en Ballymaloe.
Sordo es el sonido del mazo de criquet sobre la bola de madera.
Amortiguados son los pasos de los jugadores sobre el césped.
Afelpado suena el andar del perro y cansado su jadeo.
Diáfano es el aire del atardecer sombreado de rosas.
Entre susurros de podredumbre yerran mis queridas sombras.
Cuan exótico es el aroma del té en la transparencia de mi taza y qué blanco el unicornio que, entre harapos de niebla, me guía hacía la ensoñación dorada de los jardines de Bizancio.
Blog de relatos y otros escritos intimistas | Por Anne Fatosme 