De oro son los Budas que los fieles recubren con sus ofrendas. Finísimas láminas de pan de oro, súplicas apiladas a lo largo de los siglos, metástasis de miseria,
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de oro las vasijas,
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doradas las flores,
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doradas las columnas que relumbran en la oscuridad de los templos
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y cuarteado el dolor padecido en silencio
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en el oro de un atardecer teñido de esperanza. Eternamente recomenzado.
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