Dingle Bay.
Os traigo dibujados en la palma de mis manos
suaves lechos de arena
aguas vaporosas de sueños
blandas ubres de ternura
penachos con olor a lana mojada,
los penachos de mi corazón,
que por vos se contrae,
desde las verdes cumbres
de Dingle Bay.
Dún Chaoín.
Entre roca y niebla
aúlla mi alma.
De tus versos,
¡Oh! Dios de la naturaleza,
te imploro me des la llave,
para abrirme el lenguaje
de tus laberintos
y hallar, por fin, el eco
dentro del espejo.
Playa de Inch Strand.
En el desorden, bulle mi sangre,
y sobre la arena, blanca de sollozos,
vuelan mis pies encima de mis sueños,
vanas promesas que nunca atesoré.