Soñando en Fuerteventura

clarklittle4[1]
Clark Little

Cuando me pongo delante del ordenador, ansiosa por escribir un pequeño relato, me entra un gran desasosiego. Me siento muy sola delante de la pantalla vacía, muy perdida. El bosque de Caperucita se despliega delante de los ojos, profundo y oscuro. Lo malo es que ya no soy una niña, no voy vestida de rojo y no me espera ningún lobo, divertido y feroz. En cuanto a mi abuela hace ya mucho tiempo que el lobo se la comió. No de un bocado. Sino muy despacio, masticándola a consciencia. Detrás de los arboles, un oleaje suave lame rocas volcánicas que el mar no consigue pulir. Algunas están recubiertas de algas de un verde muy claro, verde tierno de una pradera en primavera, después de la lluvia. Huele a yodo. Escribo clorofila. Unos caballos pura sangre pastan, lustrosos, en la punta más extrema de un pequeño promontorio. Un pescador, ajeno a su presencia, sueña, prendido al anzuelo, la cabeza despejada del chillido punzante de gaviotas. Rebosante de olas. Va calzado con sandalias de goma, los pies protegidos de las rocas puntiagudas. Escribo en una libreta. La mina cruje encima del papel. La arena de la playa, suave y fina como harina de repostería se ha colado entre las hojas. No es blanca pero lo parece, enclavada en lava negra. El agua está turquesa, fresca pero no fría y completamente transparente. Las letras se han convertido en un dibujo infantil . Un poco desdibujado por las gotas que caen del pelo y de paso escuecen los ojos.