Don´t- Touch- Me.

Olimpia, Édouard Manet.

Diluvia. Ella, debajo del paraguas chorreante, intenta esquivar charcos, no siempre lo logra y sí no fuera por el alboroto de las bocinas, podría percibir como sus pies chapotean dentro de los zapatos empapados. Él ignora sus llamadas. Mira la acera, hace suyas las baldosas, las apila prietas en su cerebro sin dejar resquicio. Al pasar por una plaza bordeada de mimosas,  un olor dulce  se adueña de su olfato. Levanta la cabeza cercada de hormigón. La luz de una farola alumbra un entramado amarrillo y verde curvado por el peso de las flores. Extiende el brazo y arranca una rama. Pequeños pompones  esponjosos le cosquillean la piel, unas  gotas de lluvia se desprenden sobre las mejillas.

 Al llegar al dormitorio, deposita las mimosas encima del edredón, deja caer el paraguas y el bolso al suelo, se despoja de la gabardina sacudiendo los hombros, se quita los zapatos y lo deja todo amontonado al pie de la cama.  La humedad se ha ido infiltrando en su cuerpo erizando la piel.

Abre el grifo de la bañera, vierte un gel untuoso, la espuma se extiende  en aros ondulados. Enciende la mecha de una  vela redonda  contenida en un  frasco de cristal. Apaga la luz, no desea verse. Al bajar la cremallera del vestido le sobresalta el ruido metálico. Sus manos estremecidas se deshacen de la seda gris perla de la ropa interior.  

 Agradece el agua demasiado caliente. Apoya la cabeza sobre el reborde curvo de la bañera. Una capa de espuma ligera y profunda  cubre el agua. Su mente se evade, estira el momento, suspende el mundo en el vaho olfativo de la bañera. Su cuerpo se expande, bing bang insonoro en un universo de alvéolos de jabón.

Tumbada bajo el edredón, redondea el brazo alrededor de las mimosas y antes de caer en el pozo negro de un sueño artificial, huele y acaricia las flores reventonas.

Por la ventana entra la luz oscura de otro día de lluvia. Al pie de la cama una aureola de agua marrón rodea el amasijo de ropa. Las flores se han encogido hasta convertirse en diminutos puntos quebradizos.

16 comentarios en “Don´t- Touch- Me.

  1. El otro sábado estuve comiendo bajo una mimosa, sus diminutos soles de espuma alegraron el ambiente gris, unas fotos recuerdadn el momento. Me hubiera gustado enviarte una en agradecimiento por el relato.
    Salut

    • micromios, te agradezco el comentar un texto que puede ser tachado de femenino, en el sentido cursí de la palabra, hubiese quedado mejor el texto sin tantos floripondios! Como a ti, las mimosas me alegran el día!
      Perdóname la tardanza en contestarte pero ayer estuve de viaje y como el destino era Paris, con todas las huelgas de controladores, en vez de tardar tres horas en llegar, tardé el triple!
      Un saludo,

  2. Anne, una hermosa y poética definición de lo efímero: la lluvia, las flores, el baño, el sueño…, todo aquello que queda rápidamente atrás y que al día siguiente ya es pasado, si no ha sido pesadilla nocturna. Las flores y la aureola de agua marrón serán lo único que permanzca, aunque ya seco, ya muerto, a punto de traspasar la tenue barrera del olvido.
    Mientras tanto, sin embargo, él ha ignorado sus llamadas.
    Un jirón de vida que enlaza con muchos otros, pasados y futuros: el presente apena existe, porque cuando lo percibimos empieza a quedar a nuestras espaldas.
    Muy bello.

    • Albert, te agradezco mucho el comentario, porque como siempre, detectas lo que he querido expresar en el texto, lo efímero. También elegí el cuadro de Manet, no por Olimpia, sino por las flores, que representan el paso del tiempo. Pero como comentaba a micromios, me parece que el texto es demasiado femenino, cosa muy mal vista al día de hoy. Aprovecho para aclarar el título del texto: los ingleses llaman a las mimosas, Dont-Touch- Me, porque las ramas al tocarlas, aunque sea imperceptible, se retraen.
      Y por fin decirte que tus comentarios de experto son todo un lujo y un aliciente. Y tu comentario, Albert es una belleza en sí. Gracias.

  3. Suspende el mundo en el vaho olfativo de la bañera.
    A veces es más difícil describir lo más corriente y sencillo que inventar situaciones complejas.
    Si los aromas perfumados de los jabones y demás compañeros de baño llegaron a mi graciosa nariz mientras te leí, será señal de calidad, digo yo y mi ego suscribe con ahínco y frenesí.

    Abraçada perfumada

  4. Delicado y sugerente como los petalos de mimosas perfumados que terminaran por marchitarse. El tiempo que deshace la belleza de la naturaleza, el despecho que deshace una vida. Me gusta mucho este relato que diluye gotas de lluvia en una bañera.
    Un saludo

  5. Dear Anne… Lograste llevarnos con sutileza para mostrarnos los hermosos cuadros que pintaste con palabras. Los admiré como en una exposición.
    Saludos

    • Dear Michaelangelo, soy amante de la cultura y de la pintura en particular. Conecto con muchos cuadros de forma intensa. Escribo pequeñas historias hilvanadas con las sensaciones que me han producido…y con el humor del momento!
      Gracias por tus palabras. Te mando un saludo.

  6. El tiempo, que no existe, es el gran protagonosta de nustras vidas.El miedo al paso del tiempo es una enfermedad generalizada.El tiempo, con mayúsculas,nos desasosiega.El tiempo pequeñito, aquél del que no somos conscientes,va marcando cada uno de nuestros pasos.En lo efímero está toda la explicación de la vida.Las flores no serían lo que son si fueran eternas.En lo efímero de su existencia está el secreto.¿Podremos ser como las flores algún día?

    • Tienes razón jusamawi, somos efimeros, en realidad, tan efimeros como las flores. Pero nos vamos dando cuenta de ello casí, cuando es demasiado tarde o nos sacude una desgracia. Cuando somos jóvenes nos sentimos inmortales y conforme vamos cumpliendo años, la rutina, buen pretexto para obviar el miedo, solo nos deja abarcar la inmediatez.
      PS: Hubiese hecho mejor escribir en primera persona, el sentir como discurre el tiempo es muy personal.

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